Maria Mónica Rodriguez

EL CEREBRO, FUENTE DE REGULACIÓN DE LAS EMOCIONES EN LA TOMA DE DECISIONES.

El cerebro humano es un órgano complejo y de igual manera fascinante. Tiene la capacidad de desarrollar habilidades en toda su estructura y de manera simultánea posee áreas definidas que se activan en el desarrollo de cada labor. Es el responsable del buen funcionamiento de todos los sistemas que mantienen viva a una persona, a su vez es capaz de reestructurarse generando nuevas conexiones neuronales que permiten el aprendizaje y la toma de decisiones, además es en el cerebro donde se generan las emociones y la capacidad de relacionarse con otros individuos y el entorno en el que se encuentra.

Dentro de los múltiples sistemas que convergen en el cerebro, el sistema límbico es el principal responsable del desarrollo de las emociones, las cuales a su vez generan una gran influencia sobre los actos a través de la toma de decisiones frente a las diversas situaciones a las que se ve enfrentado el ser humano en su cotidianidad.

Las emociones básicas hacen parte de las expresiones humanas, teniendo en cuenta la realidad frente a la universalidad de éstas, la forma en la que se formulan y de qué manera se reconocen en diferentes culturas (Ekman, 1993)

Es importante aclarar que, dentro del cerebro, como se mencionó antes, se encuentran áreas específicas para el control de las emociones tales como el hipocampo o la amígdala, sin embargo, a partir de los años ochenta y noventa, los neurocientíficos empezaron a entender que existe una correlación mucho más grande entre el sistema límbico y la corteza cerebral. (Silva C., J. 2005)

Se evidencia que las cortezas somatosensoriales forman parte fundamental para que el sujeto tenga la capacidad de crear una representación interna, que simulará cómo el otro puede sentirse al manifestar una determinada expresión emocional (Adolphs et al., 2000)

Un ejemplo claro de esta idea la exponen Bandrés y Llavona (1996), al descubrir, por medio de la observación de un grupo de pilotos de la época, que por las condiciones presentes en su ejercicio profesional al momento del despegue de los aviones, los sujetos sufrían cambios bruscos de humor y variaciones en las emociones ocasionando de esta manera una pérdida parcial o absoluta, dependiendo el caso, de la confianza en sí mismos y en su destreza, permitiendo de esta manera que en muchos casos el sujeto desarrollara una auténtica fobia.

Por lo anterior, en la actualidad las empresas aéreas han profundizado el ejercicio del control y manejo emocional del personal, para de este modo garantizar un mayor nivel de seguridad tanto de las personas (pilotos) como de la misión del vuelo. Es evidente que un adecuado estado emocional y mental en general, minimiza la aparición de errores humanos dentro de la gestión. Desde esta perspectiva se reconoce la lógica del análisis estricto desde la psicología en las pruebas periódicas, donde habilidades como el manejo del estrés, la capacidad de comunicación y de aptitud entre otras, son especialmente tenidas en cuenta en las observaciones para conseguir así el mejor personal. (Modesto, M. 2013).

Si bien, una persona puede ser entrenada para responder de la mejor manera posible en circunstancias específicas dentro del ejercicio profesional, una carga biológica es supremamente importante en el control emocional que posibilite la más optima respuesta ante los estímulos, reforzando la idea de la necesaria participación de las neurociencias y la psicología dentro de la aeronáutica.

Bibliografía:

Adolphs, R., Damasio, H., Tranel, D., Cooper G. & Damasio, A. (2000). A Role for Somatosensory Cortices in the Visual Recognition of Emotion as Revealed by 3-D Lesion Mapping. The Journal of Neuroscience, 20, 2683-2690.

Bandrés, J., & Llavona, R. (1996). La psicología aeronáutica militar en España: los pioneros (1911-1925). Psicothema, 8 (3), 719-731.

Fernandez, A., & Dufey, M., & Mourgues, C. (2007). Expresión y reconocimiento de emociones: un punto de encuentro entre evolución, psicofisiología y neurociencias. Revista Chilena de Neuropsicología, 2 (1), 8-20.

Ekman, P, (1993). Facial expression and emotion. American Psychologist, 48, 384-392

Modesto, M. (2013). La Psicología Aeronáutica y su Contribución a la Seguridad Aeroespacial. REVISTA ARGENTINA DE PSICOLOGIA. RAP. Edición 52. https://www.researchgate.net/profile/Modesto_Alonso/publication/276059715_La_Psicologia_Aeronautica_y_su_Contribucion_a_la_Seguridad_Aeroespacial_Modesto_M_ALONSO/links/5580e18d08ae47061e5f3b06.pdf

Silva C., J. (2005). Emotion Regulation and Psychopathology: The Vulnerability/Resilience Approach. Revista chilena de neuro-psiquiatría, 43(3), 201-209. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-92272005000300004